Thursday, November 1, 2012

GUERRAS SECRETAS: La bondad de vivir vs. Las “damas” de Avignon

1905: El crítico de arte Louis Vauxcelles, entra a uno de las galerías del Salon d’Automne en París, inmediatamente lanza un grito de exaltación pero también de sorpresa y exclama: “Donatello au milieu des fauves!" (Donatelo rodeado por bestias salvajes!). El motivo de su reacción fue la impresión que sintió al ver una escultura del periodo renacentista en medio de ese salón totalmente rodeada por pinturas colgantes llenas de colores vivos e intensos, formas diferentes y perspectivas novedosas para la época. Estas pinturas pertenecían a un grupo de artistas que serían reconocidos después como los fauvistas. Su líder, el salvaje Henry Matisse.

1907: Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz y Picasso, más conocido por la historia solo como Picasso, después de un muy caluroso verano propio del mediterráneo, presentó su obra la cual marcaría un nuevo capítulo en la historia de la pintura. Nada mal para un grupo de “damas” desnudas que representan a la mal llamada la más antigua profesión del mundo (en mi pobre y humilde opinión, la más antigua forma de hacer del amor un arte).

Matisse y Picasso se encontraron a sí mismos como artistas reconocidos justo empezando el nuevo siglo XX, nuevos aires y el ímpetu de la juventud y la sagacidad de extender los límites de la pintura llenaban sus almas y corazones con la fuerza de la creación (Alguien dijo que hacer una obra es como parir a un hijo). Picasso reconoció la superioridad de Matisse a un principio (12 años mayor que él, Picasso veía a su rival con el respeto que se le tiene a un hermano mayor al momento de luchar por la aprobación de sus padres). Matisse, después del reconocimiento que obtuvo gracias al apoyo de los mecenas de la época; los hermanos Gertrude y Leo Stein por su obra Mujer con sombrero, ganó respeto y admiración por parte de la escena artística principalmente radicada ese tiempo en París. Todos querían ser fauvistas, todos decían serlo, pero solo unos pocos lo eran realmente: Salvajes. 

Se dice que Picasso le declaró su rivalidad hacia Matisse durante la primavera de 1907, cuando su rival francés presentó ante la Sociedad de Artistas Independientes su obra Desnuda Azul. Matisse era un hombre más apegado a la vieja escuela de la vida (herencia de familia), en contraste de Picasso, quien vivió la vida como si fuera el último día (y sorprendentemente murió a la no joven edad de 91 años). Esto se reflejó en la obra de ambos; Matisse pintaba lo sublime de la realidad: paisajes, personas, momentos. En cambio Picasso se dedicó al reconocimiento de la imaginación.

Llega el momento de la verdad, Picasso presenta a sus “damas” de Avignon. Al verlas todos expresaron lo siguiente: Son 5 figuras desnudas en diferentes posturas, algunas miran al público, otras tienen las caras deformadas a propósito por el artista, hay una que carece de un ojo. ¿Qué quiso decir el artista con esto? Muchos especulan todavía el verdadero significado de la obra: Son prostitutas las cuales se muestran a sus espectadores con signos de sífilis (el sífilis era el SIDA de la época). Muchos dijeron que las caras deformes se debían a la admiración que tenía Picasso por el arte africano, el lo desmintió e indicó que esto se debía al reflejo distorsionado del espejo con el que se mira la realidad. Incluso rechazó el nombre “suave” con el que nombró un crítico a su obra; el quería llamarla El burdel de Abignon, pero la hipocresía del medio lo obligó a cambiar de parecer.

Esta obra desató un torbellino en el mundo artístico, revolucionó toda perspectiva previa del arte, nace así pues el cubismo como lo conoceremos (santo patrono del surrealismo en todos sus campos). De la noche a la mañana todos los que se hacían llamar fauvistas rechazaron su membresía previa y empezaron a alabar a Picasso como el nuevo Dios de la pintura. Matisse, como buen ser humano, rechazó en primera instancia el movimiento de Picasso y respondió con sus Bañistas con tortuga, pero lo hecho ya no tenía vuelta atrás, el movimiento fauvista murió a principios de 1908, dejando solos a quienes eran realmente los verdaderos salvajes.
        
Seré sincero, en lo personal no me gusta el estilo de Picasso (solo algunas de sus obras del periodo Azul y otras del periodo Rosa). Pero debo reconocer que esta obra en particular marca un antes y un después de la pintura, mejor dicho: un antes y un después de muchas cosas. Como todo en el mundo del arte en general se maneja a través de modas pasajeras, y lo voluble del espíritu humano sigue a quien lleve el último grito en vanguardismo, dejando de lado toda lucha previa, por muy romántica que sea, abandona apresuradamente sus más recientes anhelos para seguir a quienes causen mayor revuelo y sensacionalismo barato.
 



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