Sunday, November 4, 2012

GUERRAS SECRETAS: DIOSES VS. MORTALES


¿Existe una fuerza que rige y controla nuestra existencia?, ¿un destino predeterminado que ya fue escrito y del cual no podemos escapar? No lo creo, y sea cual sea la religión que profesemos, o que hayamos profesado, el espíritu humano (la voluntad de vivir) sobrepasó toda obra divina y seguirá demostrando de qué estamos hechos: polvo estelar, carbón y agallas.

Los antiguos griegos percibieron que el ser humano es un ser cobarde por naturaleza, nunca desea asumir las consecuencias de sus decisiones, es por esto que creó la mitología para culpar de sus penas a seres “celestiales”: Deidades con forma humana o semi-humana, que a pesar de poseer poder más allá de las máximas aspiraciones humanas, comparten nuestros más bajos y oscuros deseos. Los dioses se divierten con nosotros, intervienen en nuestras vidas, tergiversan el sentido de nuestra existencia y están prestos a cortar el hilo de la vida.

Odín y Zeus, dioses-padre con sus reinos respectivos, o un solo Dios todopoderoso, reino de los cielos. El sagrado panteón de los dioses, el Hades o el infierno de Dante, el Ragnarok o el Apocalipsis judeo-cristiano, las Valkirias o el barquero Aqueronte y sus dos monedas de plata. Todos creados para controlar, vigilar y cuando se les apetece, intervenir en la existencia humana: Zeus con sus exabruptos extramaritales y los celos de su poderosa esposa Hera, Odin quien tiene que soportar a sus dos hijos, Thor y Loki, dos caras de la misma moneda. Ambos padres cometieron parricidio para asumir el poder, Zeus mató a Cronos; dios creador del Universo para asumir el control. Odin, junto a sus hermanos Vili y Ve, mataron al gigante Ymir  y de su cráneo formaron el Cosmos. Jesucristo se sacrificó en la cruz romana para satisfacer a su padre, quien pidió a Abraham matar a su hijo para ver cuanto lo amaba.

Pero ¿cómo responden los mortales ante estas intervenciones?, muchos se resignan y culpan de sus penas a ellos, los dioses. Son solo algunos humanos sobresalientes quienes los enfrentan y les dan batalla. No posen poderes como los dioses, pero si se exigen a sí mismos en toda su capacidad: Más que fuerza utilizan su astucia e inteligencia (motivación y valor). Ejemplos los tenemos en Odiseo, quien tuvo que pasar 20 años sorteando pruebas impuestas por los dioses para poder volver a su a su amada Ítaca y los brazos de su fiel esposa. Beowulf, el valiente pero arrogante héroe danés, mató al Grendel y a su monstruosa madre para asumir el trono, solo los años y la vejez le dieron sabiduría al momento de morir frente al dragón Sin Nombre. Cu Chulain, quien de niño mató al perro de Culain y prometió a su dueño cuidar su casa todas las noches y defender Irlanda de los males que la acechaban. 

La Era moderna no escapa a perpetuar dicha lucha. Modernos juglares narran cómo el enfrentamiento continúa. Ahora los hombres logramos alcanzar las estrellas sólo para descubrir que los dioses no residían en éstas, sino que se recreaban a través del ingenio humano, ingenio que no conoce límites, pero que muy a menudo peca de arrogancia. En su afán de igualarse a los mismos dioses de los cuales se protegían, recrearon la vida a través de las máquinas y la tecnología, bajo el pretexto de éstas hará nuestras vidas más fáciles (qué hipocresía). Hombres que les rezan a los viejos dioses, máquinas que creen en un único ser supremo, lleno de amor y compasión. La historia se recrea, sólo los actores cambian.

¿Quienes más son ahora los dioses y monstruos de la humanidad?, ¿dónde está el moderno Hércules y sus doce pruebas?, ¿Quién posee el martillo de Thor?, ¿Alguien pagará las doce monedas de plata? Los dioses pueden representar nuestras más grandes aspiraciones, pero a pesar de lo bajas, mezquinas y ambiciosas que demuestran ser las personas, yo le apuesto al espíritu humano…

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