Prueba otra vez. Fracasa
otra vez. Fracasa mejor.
Samuel
Beckett (1906-1989), en Wostward
Ho.
True
detective, segunda temporada
REQUIEM
POR UN DETECTIVE
True detective es una de aquellas series de
TV que realmente puede agarrarte y muy fuerte. La primera temporada (2104) fue
tremendamente aclamada por la crítica internacional. Las muchas referencias
filosóficas y el exotismo del sur estadounidense crearon una atmosfera que
refrescó el interés del público en general. A pesar de esto, no fue muy
conocida por el común general.
Sí, la serie recibió muchas nominaciones y
ganó varios premios, pero la gran mayoría del fiel público de las producciones
de HBO, de este lado del charco quiero decir, no le dio mucha importancia a
dicha obra. Como la masa común general de los seriéfilos, todos hablaban, el
2014, de Game of Thrones; la cual es
muy buena, pero que deja mucho que desear entre temporadas.
La obra de Nic Pizzolatto pegó fuerte y con
justa razón: el reparto fue excelente y la historia megacósmica. Pero una vez
bebido el champán de la primera temporada, llego la pregunta: ¿la segunda cómo
será? Se corrieron apuestas sobre quienes la protagonizarían y sobre qué
temática bucearía esta odisea del espíritu humano. Siete semanas atrás se
inicia el nuevo acto de esta ópera televisiva. Nuevos detectives y un nuevo
crimen que será la punta del ovillo de este culebrón californiano.
Las críticas no se dejaron esperar: Que el
reparto no está a la altura de la primera, que porqué se escogió a Los Ángeles
como escenario principal, que la serie va muy lenta, etc, etc. La gran mayoría
de aquellos a quienes disgusta esta nueva temporada, parece que desean que
Rusty y Marty sigan tras la huella del mal en sí y no se dejen los pantanos del
Mississippi por otro escenario donde también está presente el mal humano.
Lamentablemente, la gran mayoría del público
de esta producción es estadounidense y como tal, no desean ver reflejada su
realidad de forma crítica. Leí en un artículo previo sobre el cuarto episodio y
su irremediable comparación con el cuarto episodio de la primera temporada, que
por cierto ¡es increíble! Rusty a lo Metal
Gear’s Snake, secuestrando a un villano en un solo plano secuencia de al
menos 10 minutos, algo solo superado por el último episodio y su profundo
sentido existencialista. Pero volviendo a las malas críticas de la nueva
temporada, se observó lo inútil, narrativamente hablando, de la violencia
excesiva de dicho episodio, al estilo Grand
Theft Auto y lo lento de la historia en general. Pero yo realicé una
observación al respecto: El autor incluyó este bloodfest gratuito porque es así como mira el público
estadounidense a la violencia en los medios, como un videojuego a la vez lejos,
pero cercano a su cotidianidad. Desnudó en un tiroteo de algo más de siete
minutos, la fascinación que tiene USA por las armas y la violencia y lo hizo de
una forma muy cruda y visceral.
Sobre lo lento de la narrativa, fue un autor,
del cual no recuerdo el nombre, pero que sí fue citado por al menos Luis
Espinal el que dijo: “Los momentos lentos son los más parecidos a la vida misma
y los rápidos los propios de la ficción”, este es un mantra con el cual yo
comparo las buenas obras de las malas. Aunque esta escuela pertenece al cine de
corte socialista, es admirable que sea tomado por un autor de blockbusters como
es Pizzolatto.
En los recientes dos últimos episodios, a mi
parecer, todas las críticas previas debieron ser acalladas: El rush de Ray Velcoro al darse cuenta que
nunca podrá ser un buen padre, o la infiltración stealth de los personajes masculinos y el descenso al infierno de
Bezzerides, pero toda esta montaña rusa de eventos tenían que desembocar en los
posteriores momentos de reflexión y de limpiar las heridas. Y es así que
llegamos al penúltimo episodio de esta temporada, a mi parecer el mejor hasta
el momento. Ya alguien escribió: “Tal vez sea el episodio del año para la
televisión”. El tiempo lo dirá.
Al ver este capítulo, primeramente relacioné
parte de las escenas presentadas en los créditos iniciales; los bosques
californianos y me dije: “Esto promete” y fue así. Revelaciones por la
información obtenida por los detectives y más aún por el trabajo investigativo del mafioso Frank Semyon. Las consecuencias de los actos de todos,
destaparon la olla de corrupción, podredumbre y desprecio por la vida humana
que todos asocian a la vida banal de Hollywood y sus alrededores.
Hay que resaltar la habilidad de Woodrough
para sobrevivir a los peores momentos y escenarios posibles, una capacidad
forjada en fuego. Lamentablemente fue
alguien quien no pudo sobrevivir a sus propios demonios, o la aceptación de los
mismos. Genial fuese que lograse sobrevivir, como el tan esperado desenlace del
personaje de John Snow (Game of Thrones)
del cual se sabe que aparentemente murió o si volverá milagrosamente.
Fue muy emotivo el ritmo de la historia,
entre el encuentro íntimo de Ray y Ani y el escape de Paul de aquel laberinto
de túneles que representa la huída de la boca del lobo de sus demonios
previamente mencionados, todo para finalizar con el sueño de su futura esposa,
que sintió la muerte suya y la felicidad de ser madre.
Es así que reivindiqué mi aceptación por esta
historia y la simpatía por sus personajes, tanto así que sentí los pelos de
punta de inicio al final.